Inicia la misión en Bolivia

26.09.2022

Así inicio la misión del Padre Robín en Bolivia, con la Buena Nueva y llevando un mensaje de esperanza a los más necesitados.

"Todo bien comienza con un Sí generoso"

Al concluir con su tiempo en esta tierra, nuestro Señor Jesucristo le encomendó una misión a sus discípulos diciendo "vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos...enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado" (Mt. 28:1920). Está misión evangelizadora de la iglesia no solo le pertenece al clero y las religiosas, sino que es responsabilidad de cada uno de nosotros ya que en la pila bautismal las palabras recibidas por el profeta Isaías-"te he llamado por tu nombre, tú me perteneces", fueron susurradas en nuestros propios oídos. Este llamado bautismal es mejor entendido en la afirmación, hecha por Benedicto XVI, de que los laicos en la Iglesia "deben ser considerados no como 'colaboradores' del clero, sino como personas realmente 'corresponsables' del ser y del actuar de la Iglesia." Acudir a este llamado significa que es importante consolidar un "laicado maduro y comprometido, capaz de dar su propia aportación específica" a la misión evangelizadora de la Iglesia. El mundo necesita escuchar la Buena Nueva de Jesucristo, y esta misión te pertenece a ti. ¡Atrévete! ¡Involúcrate!

El punto de partida para involucrase en toda actividad misionera, particularmente en las periferias, es el acudir al llamado. Pero con tanta bulla en nuestras vidas, ¿Cómo podríamos estar seguros que estamos escuchando el llamado correcto? ¿Cómo discernir que esta invitación de acompañar a las personas en las periferias es auténticamente un llamado de Dios? La respuesta, como suele ser cuando vienen de Dios, es simple; la oración. La persona que se siente llamado a ser misionero en las periferias existenciales es una persona que está sumergida en una vida de oración.

Recuerdo cuando era joven me acerqué a mi director espiritual a decirle que yo quería ser un sacerdote. Con una sonrisa, ese hombre sabio me preguntó, "¿y qué es lo que Dios quiere?" Aquella pregunta me llevó a entender que el seguir el llamado de Dios no es simplemente seguir un deseo propio, por muy abnegado que se vea, sino que depende de un discernimiento enraizado en la vida de oración. Es en el silencio de la oración, o el "murmullo de la suave brisa" según el profeta Elías, donde escuchamos la voz de Dios que nos llama. Afuera de la oración corremos el peligro de perseguir ideales vacíos, ideales que aunque dignos de alcanzar no son el verdadero llamado de Dios.

¿Y cómo estar seguros que Dios se encuentra en las periferias?

El Papa Francisco escribe: "Cuando uno lee el Evangelio, se encuentra con una orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que 'no tienen con qué recompensarte' (Lc 14,14). No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, «los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio», y la evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer."

Como "destinatarios privilegiados del Evangelio," las personas en las periferias nos revelan a Dios. Es ahí, cuando entramos en una íntima relación con el sufrimiento humano que encontramos el rostro de Dios. Sabemos esto gracias al ejemplo de personas como San Francisco de Asís, Santa Teresa de Calcuta, el Beato Oscar Romero, Dorothy Day y muchos más que tuvieron un encuentro con Dios a través del rostro del más necesitado o marginado. Es ahí, en medio del sufrimiento humano, donde podemos ver el rostro de Cristo crucificado y podemos apreciar de una manera concreta el misterio de su pasión. Y es cuando vemos ese rostro golpeado, insultado, y abandonado que podemos entender el misterio pascual y encontrar vida nueva que se nos ha prometido.

Las periferias, nos dice el Papa Francisco, es ahí donde se encuentran "los pobres, los discapacitados, los nascituros y los enfermos, los inmigrantes y los refugiados, los ancianos y los jóvenes sin trabajo." Las periferias son esos lugares donde encontramos el sufrimiento, la soledad y degradación humana. La periferia es todo espacio donde aún no ha llegado el Evangelio.

La periferia también se encuentra en nuestros vecindarios, donde los jóvenes llenan el vacío en su corazón dentro de las pandillas, la violencia y el crimen. En las ocasiones donde la discriminación y los prejuicios llevan a la marginalización de diversos miembros en nuestra comunidad. Donde las personas con necesidades especiales son solamente acomodadas pero no integradas, valoradas y celebradas por lo que pueden contribuir. También donde hay estudiantes que viven el abandono en escuelas de bajo rendimiento y abrumadas por varios retos sociales. En los hospitales donde hay enfermos que agonizan día con día sin el apoyo de un ser querido. En los hogares dónde los ancianos viven en soledad, añorando la cercanía de sus hijos que no los visitan.

Finalmente, las periferias están también en tierras lejanas que hoy en día son más cercanas gracias a los medios de comunicación y otros avances tecnológicos que nos acercan al sufrimiento de nuestros hermanos en los lugares más remotos de la tierra. Ahí en medio del sufrimiento de las víctimas de desastres naturales que son empeorados por la degradación ambiental que es el resultado de nuestro descuido del planeta. En el sufrimiento de las personas que son desarraigados de sus países a causa de las guerras y persecución política. En la constante marginalización de los pueblos indígenas que todavía continúan luchando con hacer que su voz sea escuchada. En los barrios donde el abandono social se hace más evidente.